La primera ciudad de Irlanda, Waterford, tiene una rica herencia vikinga, ya que fue el primero de los asentamientos invasores. Se fundó en el siglo X y está situada en la costa sureste de Irlanda, en la provincia de Munster. Es conocida por su excelente cerveza artesanal "Cristal de Waterford" y por su cocina local, en la que destacan los rollos "Blaa", una delicia que se derrite en la boca.
La mayoría de los visitantes viajan a Waterford para profundizar en su pasado vikingo. Su ubicación, a solo 11 kilómetros de la costa, asentada a orillas del río Suir, lo puso en el punto de mira para la conquista marítima y lo convirtió en la puerta de entrada al país durante siglos.
La Torre de Reginald, de 16 metros de altura, se erigió a orillas del río en el "Barrio Vikingo". Es el edificio cívico urbano más antiguo de Irlanda y el único monumento que conserva un nombre escandinavo. Su imponente estructura se construyó en el fuerte vikingo después de la conquista de la ciudad por los invasores anglo-normandos.
Contrasta con la impresionante plaza William Vincent Wallace, un símbolo de la modernidad en Waterford. Los amantes de la historia también pueden disfrutar aprendiendo sobre el asedio de Cromwell a Waterford durante los años de la Guerra Civil Inglesa y profundizar en la historia a través del Museo Medieval de la ciudad y el Museo de Tesoros de Waterford. El pasado de Waterford está presente en su antigua muralla.
Waterford cobra vida en el verano cuando las festividades y los artistas callejeros entretienen a los lugareños y turistas. Los paseos por el puerto son el pasatiempo perfecto para los días más soleados, mientras que hay muchos pubs en la zona vieja para mantenerse calientes durante el invierno y disfrutar de comidas y bebidas, de bistros y cervezas artesanales, lo que lo convierte en un excelente destino para descubrir la esencia de Irlanda.
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