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Si aún no has decidido cuándo viajar a Marruecos, debes saber que la primavera y el otoño son los mejores momentos. En verano el calor es excesivo, por lo que es mejor visitar este exótico país en otros meses más frescos.
Se podría decir que el mejor momento para visitar Marruecos es entre marzo y mayo, es decir durante la primavera. Durante esta época el clima es agradable y tanto si vas a la montaña, como a la costa, no habrá ni lluvias ni demasiado calor.
Otra época perfecta para visitar el país es en otoño, entre octubre y diciembre, son meses con buena temperatura y menos afluencia de turistas. Diciembre no es un mes especialmente frío, por lo que todavía es buen momento para viajar a este país.
No obstante, el clima de Marruecos tiene sus propias características según la región. En el norte, tiene un clima mediterráneo, esto significa que hay veranos calurosos e inviernos húmedos con algunas lluvias. En la costa oeste, sin embargo, el invierno es mucho más lluvioso y el verano tiene un clima más templado.
En cuanto a las zonas del desierto, el verano, sobre todo agosto, es muy caluroso de día y frío de noche. En esta parte de Marruecos, sopla el Chergui y el Arifi, que son vientos secos que suben las temperaturas de manera considerable. En esta parte del país se alcanzan fácilmente los 40ºC.
En las montañas del Medio y Alto Atlas, encontrarás nieve durante el invierno, por lo que si quieres practicar deportes de montaña esta sería le época perfecta para visitar esta parte del país.
No obstante, las temperaturas varían según la ciudad que vayamos a visitar, siendo Agadir la de clima más templado y Tánger la más cálida. Vemos pues cuál es el mejor momento para viajar a Marruecos según el destino.
SABER MÁSSon muchas las fiestas populares en Marruecos que podrás descubrir durante tu viaje. Este país árabe del norte de África tiene un calendario de eventos muy variado. Por lo general, el calendario musulmán, o calendario lunar es el que marca las principales fiestas del país.
Para entender las fiestas populares en Marruecos, es importante conocer el calendario musulmán. El 98% de la población sigue las tradiciones de este calendario, donde los meses más importantes son: mes de enero o Moharrem, que marca el Año Nuevo, mes de marzo o de Rabi, que marca el nacimiento del profeta, el mes de septiembre o mes del Ramadán, y el mes de octubre, llamado mes de Du al Haya, cuando se celebra la fiesta del cordero.
Una de las fiestas populares de Marruecos más celebradas es el Año Nuevo y la fiesta del Achor, el día 10 de enero. Esta última es similar a los Reyes que celebramos con el calendario cristiano, cuando regalamos juguetes a los más pequeños.
En febrero tiene lugar la fiesta de Moussem de Sidi Ben Aïssa, uno de los eventos de Marruecos que reúne a los seguidores de la Hermandad de los Aissaoua. Durante esta celebración que dura varios días, los peregrinos se instalan en Mequinez, en tiendas de campaña. Se celebran eventos de música y bailes místicos, junto a procesiones religiosas y espectáculos con caballos.
Marzo es el mes de una de las festividades de Marruecos más hermosas: el Tafraoute, la fiesta del almendro en flor. En el sur del Atlas, los almendros en flor del Valle Ameln, dan la bienvenida a todos los que quieran festejar este acontecimiento. Podrás asistir a conciertos, bailes y espectáculos al aire libre, y mercadillos tradicionales.
Si estás en abril en Marruecos, haz un hueco para asistir al festival de Jardin’art de Marrakech. Numerosos eventos relacionados con la botánica, como jardines efímeros, talleres y muestras florales toman la ciudad. También hay música, puestos de artesanía y todo tipo de espectáculos tradicionales.
Mayo es el mes con más eventos en Marruecos, empezamos con el Festival de Gnawa de músicas del mundo. Este festival que se celebra en Essaouira, es un encuentro de músicas del mundo de mucho prestigio y obligada visita.
También en mayo, otra de las fiestas populares de Marruecos que no te puedes perder el Kelaa M’Gouna, o Festival de la Rosa. El oasis situado en el valle del río M’Goun acoge un festival en honor a la rosa de Damasco. El festival dura 3 días, donde hay conciertos de música bereber, bailes y cantos tradicionales y la famosa lluvia de pétalos de rosa.
Durante el mes de junio, otra de las fiestas populares de Marruecos con más encanto es el Festival de las Cerezas de Sefrou. Este festival ha sido declarado Patrimonio Inmaterial de la Humanidad, así que no te lo pierdas. Hay desfiles de carrozas, bailes y el esperado concurso de belleza para elegir a la Reina de las Cerezas.
En julio los marroquíes celebran el Festival Nacional de las Artes Populares de Marrakech. Esta festividad también ha sido declarada Patrimonio de la Humanidad por su espectacular despliegue de color, música y bailes tradicionales.
En Assilah, podrás participar en el Festival Cultural Internacional que lleva su mismo nombre. Hay conciertos, talleres, teatro, espectáculos con caballos y lo más pintoresco: se pintan de colores las paredes blancas de la ciudad.
Dentro de las fiestas populares religiosas, en agosto se celebra el Festival Moussem de Moulay Abdellah. A finales de mes, en el Valle de Ourika, tiene lugar también el Festival de Setti Fatma, y al norte de Meknes, el Moulay Driss Zerhoun.
Estas festividades de Marruecos, de contenido religioso se celebra con gran fervor y respeto, pues conmemora acontecimientos sagrados en honor a personajes importantes de la religión musulmana sunita.
En septiembre, en el corazón del Atlas, los lugareños celebran la Fiesta de las Novias, o Moussem de Imilchil. Durante esta particular fiesta, una treintena de jóvenes de la región se eligen libremente y se casan. Lo curioso de este casamiento, es que los novios pueden volver con sus familias si no han quedado satisfechos con la elección y volver a casarse con alguien diferente al año siguiente.
En octubre y dentro de las fiestas populares de Marruecos, podemos asistir a la Fiesta de los Dátiles. Esta celebración tiene lugar en Erfoud cada 17 de octubre, y coincide con la cosecha de este fruto. Hay danzas y música tradicional, y por supuesto puestos con pequeños dulces hechos de dátiles.
Por otra parte, hay que recordar que, según el calendario lunar, octubre es el mes del Ramadán. Durante este mes, los marroquíes cumplen con la tradición de ayunar desde la salida hasta la puesta de sol.
Durante los meses de noviembre y diciembre, al finalizar el ayuno del Ramadán, se celebra el Eid Al-Adha o Fiesta del Cordero. Esta fiesta conmemora el Sacrificio de Abraham, durante la cual se sacrifica un cordero, para ser consumido por las familias entre grandes manjares.
Como habrás visto, hay muchas fiestas populares en Marruecos que puedes hacer coincidir con tu viaje. Nada como mezclarte con la gente de un país para vivir más de cerca su cultura y tradiciones.
SABER MÁSHay muchos platos típicos de Marruecos, puesto que la gastronomía marroquí es muy rica y variada. Según la región de este exótico país, podrás degustar diferentes platos a cuál más sabroso.
Si viajas a Marruecos, no puedes dejar de probar sus platos típicos, pues son una de las atracciones principales de este país. A continuación, te resumimos los platos más imprescindibles.
Uno de los platos típicos de Marruecos más famosos a nivel internacional es el Cous Cous. Se prepara a base de sémola de trigo cocida, a la que se le añade carne y/o verduras. Se cocina en una cazuela de barro, la cual se cierra herméticamente con una tapadera en forma de cono. El resultado es un plato muy sabroso, pues se le añaden especias y hierbas como el comino, la cúrcuma, el azafrán, la pimienta negra, perejil y jengibre.
Otro de los platos que comer en Marruecos es el Zaalouk, elaborado con berenjenas y tomates cocidos. Este plato puede considerarse tanto una ensalada como un pisto, pues lleva también aceitunas, pero con un toque especial de tabasco y cominos.
Este plato típico de la comida de Marruecos es una masa de hojaldre crujiente rellena de pollo, cebolla caramelizada y almendras. El toque lo da el acabado, pues se espolvorea con canela y azúcar glas. La mezcla de texturas y sabores hacen de este palto un manjar obligatorio de probar.
Mundialmente famosos son también los pinchos morunos, que se preparan con carne picada aderezada con diferentes especias. Como curiosidad, debes saber que este plato típico de Marruecos se elabora tradicionalmente con carne de camello.
Junto con el Cous Cous, el Tajine es la estrella de la comida de Marruecos. La forma de cocinarlo es la misma que para el Cous Cous, en cazuela de barro. Se prepara con carne, legumbres, verduras y frutos secos. Hay muchas variedades, puede ser de pollo, de carne de cordero, de vaca, o sólo de verduras.
Este plato, aunque no es el más conocido, si es el más popular de Marruecos, llegando a desbancar al famoso Cous Cous. Para su elaboración se asa un cordero entero a la brasa, que se prepara con diferentes hierbas y especias.
Otro plato típico de Marruecos, y que no puedes dejar de probar es la Harira. Es en realidad, una sopa espesa de lentejas, con cebolla, limones y tomate, a la que se le añade carne de cordero. Es uno de los platos tradicionales para las cenas de Ramadán pues va perfecto tras el ayuno diurno.
Aunque este plato es de origen turco, lo encontrarás profusamente en Marruecos. La diferencia es que se cocina exclusivamente con carne de cordero o res. Se sirven con pan en forma de bocadillo, y si lo prefieres también está la variedad de pollo.
Estas albóndigas, también forman parte de los platos que comer en Marruecos. Las encontrarás enlatadas con una salsa de tomate muy picante. Para los amantes de la carne, son un manjar exquisito.
La comida de Marruecos va acompañada de un pan conocido como Hob. Has de saber que el pan para los marroquíes es un símbolo religioso, por lo que, a la hora de pedir, tened en cuenta no dejar trozos a medio comer.
Y después de degustar uno de los platos típicos de Marruecos, qué mejor que terminar con una buena selección de dulces y un buen té moruno.
Los dulces árabes son deliciosos, en su mayoría son crujientes y están rellenos de frutos secos, regados con abundante miel. Uno de los más populares y que tienes que probar es el Kaab el Ghazal o Cuerno de Gacela. Se prepara con una masa de almendras, yema de huevo y agua de azahar, toda una exquisitez.
Este fruto es típico de Marruecos, y los encontrarás a montones en los puestos callejeros. Los mejores y más sabrosos son los Deghet y los Ghars, los primeros se cosechan en octubre, y los segundos a finales de agosto. Como tentempié son perfectos, pues sacian y te dan energía, además de disfrutar de su dulce sabor.
El té de menta moruno, además de ser conocido a nivel mundial, es refrescante, digestivo y muy rico. Tiene un sabor delicioso, y se sirve en una tetera plateada, acompañada de vasos de cristal de varios colores. Se toma casi a todas horas, por lo que tendrás muchas oportunidades de probarlo.
Y hasta aquí el viaje culinario por los sabores de este país, ahora que ya sabes qué comer en Marruecos, no pierdas la oportunidad y párate a degustar cada plato con verdadera devoción.
SABER MÁSEs muy complicado elegir qué comprar en Marruecos, pues es un destino de compras. De hecho, una parte importante de los visitantes de este país van principalmente por las compras. La gran variedad y calidad de su artesanía en alfombras, cerámica, marroquinería, bisutería, textiles, etc., atrae cada año a millones de turistas.
De todos los productos típicos de Marruecos, la artesanía ocupa un lugar muy destacado. Ten en cuenta eso sí, que regatear es obligatorio, pues forma parte de la idiosincrasia del país. Aunque puede llegar a ser agotador, el regateo constituye una tradición nacional imposible de eludir.
Si quieres encontrar los mejores souvenirs de Marruecos, la artesanía es una de las industrias más importantes del país. La lista de cosas que comprar en Marruecos es tan inmensa que no podemos abarcar todo, así que trataremos de destacar lo mejor:
Muebles de madera de cedro, alfombras y colchas de Tazenakht, textiles (chilabas, kaftanes, mandiles, chales, pañuelos y bordados). También tienes cestería, rafia de caña, artesanía de cobre, hojalata y latón, y artesanía de madera. Dentro de la marroquinería encontrarás desde vestidos a zapatos, pasando por cojines, bolsas, carteras, cajas, y un largo etcétera. El oro y la plata son también productos finamente trabajados para formar increíbles joyas.
También dentro de los productos típicos de Marruecos está la artesanía de cristal: vasos para tomar el té, jarrones, espejos y hasta lámparas. No olvides la artesanía de cera, velas, porta velas, faroles y recipientes para todos los gustos. Igualmente, la alfarería de barro es toda una industria artesanal con jarrones, tinajas, macetas, platos, azulejos y un sinfín de objetos.
Los amantes de la música estarán encantados de comprar instrumentos musicales: El Tebilat (tambores gemelos), guitarras y flautas primitivas, y otros instrumentos típicos de la música marroquí. Si eres un amante de los fósiles, disfrutarás comprando platos, relojes, ceniceros y todo tipo de objetos de piedra con fósiles en su interior.
Como habrás podido comprobar, la lista de souvenirs de Marruecos es larga y variada. Cuenta con dedicar el tiempo suficiente de tu viaje a las compras, o no sabrás por dónde empezar. Pero sigamos, que aún falta mucho por descubrir.
En tu viaje a Marruecos, hay dos productos estrella en cuanto a alimentos: couscous y té verde. Estos dos productos típicos de Marruecos los puedes conseguir a muy buen precio y de muy buena calidad. También tienes frutos secos, como los dátiles, los higos, las almendras o los cacahuetes.
Los dulces tradicionales de Almendra y Miel son casi obligatorias, si te gusta el dulce. Las pastas como el cuerno de gacela, las Feqqas, el Ghoriba y la Chubarkia, junto con los turrones de avellana y los caramelos son grandes opciones.
Otro de los productos que comprar en Marruecos por su gran calidad y fama mundial son los aceites naturales. El aceite de Argán procedente de Essaouira y Agadir Taroudant es uno de los productos más valorados por sus propiedades curativas. Otros aceites naturales que podrás encontrar son el aceite de higo Chumbo, “Ashira”, que se utiliza como un botox natural. El aceite de oliva, sobre todo el procedente de Ouezzane, de Meknes, de Essaouira (Chiadma), y del valle del Mouluya. Y por último el aceite de almendras, muy buscado por sus propiedades estéticas.
Siguiendo con las cosas que comprar en Marruecos, las especias, son otro de los productos típicos más comprados. Hay una gran variedad de especias como el orégano, la canela, el pimentón picante, la guindilla, el hinojo, el sésamo o el clavo. No te pierdas las verbenas para infusión, las alcaparras, el cilantro, el tomillo o el comino, por citar algunos más.
Las especias las puedes comprar al peso por separado o mezcladas, en diferentes combinaciones según el uso que le quieras dar. El azafrán, es una de las especias por antonomasia del país, el que se produce en el Atlas al sur del país es el de mejor calidad y el más económico.
En Marruecos se elaboran numerosos perfumes a base de extractos de plantas. Qué mejor souvenir de Marruecos que un perfume de Rosa de Mgoumna. Si no te gusta el aroma de las rosas, no te preocupes los tienes con extractos de Azahar, Camomila, Menta, Lavanda, Tomillo, Jazmín, Manzana y hasta Orégano.
Las cremas para la piel y el cabello hechas del famoso aceite de Argán, o de Nopal, son otra de las cosas que comprar en Marruecos para quedar genial con amigos y familiares. También tienes jabones y champús, hechos de almendras, miel o diferentes tipos de aceites naturales.
Los pintalabios mágicos, son otro de los reclamos más conocidos, la particularidad de estos pintalabios es que el color se transforma según la temperatura de los labios. Además, están hechos con aceites naturales y no sólo dan brillo, sino que también hidratan.
La famosa Henna, un tinte que se consigue por la extracción de varias plantas típicas de los oasis de Tazarine y del valle de Ourika. Este tinte se utiliza como producto de belleza para el pelo, pero también para realizar complicados y hermosos tatuajes temporales. Las mujeres saharianas la utilizan mucho para tatuarse manos y pies como símbolo de belleza y status.
Como habrás podido comprobar, hay demasiadas cosas que comprar en Marruecos. Tendrás que llevar una maleta vacía tan sólo para las compras, el precio y la calidad de los productos marroquíes son inmejorable.
SABER MÁSViajar a Marruecos es adentrarse en un país con una gran riqueza paisajística. Desde sus afamados pueblos de adobe fortificados, más conocidos como kasbah, pasando por sus enormes dunas color ocre del Sáhara, el verde de sus grandes palmerales, las altas montañas cubiertas de nieve hasta sus enrevesadas medinas o bazares. A continuación, te mostramos los motivos por los que hacer un viaje a Marruecos merece la pena.
El Reino de Marruecos está situado al noroeste del continente africano, en la llamada región del Magreb. Limita al norte con el mar Mediterráneo, al este y sureste con Argelia, al sur con la República Árabe Saharaui y al oeste con el océano Atlántico. Administra el Sáhara Occidental pero la ONU lo considera territorio no autónomo. La capital es Rabat, pero la más poblada es la ciudad de Casablanca.
Sus casi 36 millones de habitantes están repartidos en las 16 regiones en las que se divide el país. Éstas, a su vez, se subdividen en 27 prefecturas y 45 provincias. Árabes y bereberes representan la mayoría de la población, aunque también hay una importante comunidad judía.
Tiene dos grandes sistemas montañosos: el Rif, que bordea la costa mediterránea desde el río Muluya hasta el estrecho de Gibraltar y cuyo pico más alto es el monte Tidighine con 2452 m; y la cordillera del Atlas, visita obligada en cualquier circuito por Marruecos; formada por 3 macizos montañosos: el Gran Atlas al sur, donde se encuentra la montaña más alta del país, el monte Tubkal de 4180 m; el Atlas central y el Anti Atlas que llega hasta la costa atlántica.
Entre el Rif y el Atlas Medio se extiende el valle del Sebú. Al este del país se sitúan las Altas Mesetas y al sur el gran desierto del Sáhara. Los ríos más importantes son el Oum-er-Rbia y el Sebú, los cuales desembocan en el Atlántico y el Muluya, que lo hace en el Mediterráneo.
El idioma oficial es el árabe y el idioma bereber tarifit, tashelhit y tamazight, que se habla en el Souss, el Rif y el Atlas. La mayoría de los marroquíes hablan francés, el cual se utiliza en el ámbito comercial y también hay una pequeña población hispanohablante, por lo que en un viaje a Marruecos organizado no tendrás problemas de comunicación.
El Islam es la religión oficial y el 98,3 por ciento de la población es musulmana sunita, siendo el rey la máxima autoridad.
El país es una monarquía constitucional con un Parlamento electo. El rey Mohamed VI ostenta amplios poderes ejecutivos y dirige las fuerzas militares.
En el contexto económico, los ingresos provienen de los servicios, la agricultura, y la industria de la minería, el fosfato, los alimentos, el cuero, los textiles y el turismo, con infraestructuras preparadas para acoger infinidad de opciones de viajes organizados y paquetes vacacionales.
El clima varía entre el desértico del sur, el mediterráneo del norte y el continental del interior, con temperaturas que oscilan entre los 10 y los 25 grados centígrados, aunque en determinadas zonas del país podrían llegar hasta los 50 grados.
La flora de Marruecos es una de las más ricas del norte africano con unas 4200 especies. Es el país con más bosques del Magreb, los cuales albergan alcornoques, encinas, coníferas, enebros, cedros, abetos, pinos, argán, espinosos, mientras que en las zonas áridas hay palmeras datileras. En cuanto a la fauna, en sus tierras habitan zorros, conejos, nutrias, ardillas, gacelas, jabalíes, babuinos, panteras, ibis eremita y víboras cornudas.
Marruecos es una nación antigua y como tal, tiene una vieja historia. La presencia humana en el territorio data del año 8000 a. C., en la Prehistoria. Desde entonces, un largo listado de pueblos ha pisado estas tierras. A los originarios bereberes y marroquís se sumaron pescadores y criadores del caballo sahariano que llegaron hacia el 2500 a. C. A finales del 800 a. C. llegaron los fenicios y los africanos de la zona Este en el 500 a. C , hasta que irrumpieron los romanos en el siglo IV a. C. Pero los continuos desafíos y rebeliones por parte de los bereberes al Imperio de Roma, consiguió expulsarlos en el siglo V y se afianzó el cristianismo en el norte de África. Vándalos, visigodos y bizantinos sucedieron a los romanos, aunque las tierras de las altas montañas siempre estuvieron dominadas por los bereberes.
En el siglo VII, los beréberes indígenas, judíos y cristianos conversos, fueron conocedores de la nueva religión fundada por Mohammed bin Abu Talib, el profeta Mahoma, que reveló que solo hay un Dios y que los creyentes comparten el deber común de someterse a la voluntad divina. A su muerte, en el 632, el Islam ya se había extendido hasta Asia central y el oeste de África.
El líder árabe omeya Uqba bin Nafi alcanzó la costa atlántica de Marruecos en 682, pero no logró doblegar a los bereberes. Fue el tiempo y la compatibilidad de los preceptos de Mahoma con los suyos propios, los cuales ponían énfasis en el deber, el valor y la lealtad del grupo, lo que propició la conversión de muchos al Islam. A través de la diplomacia poco a poco los omeyas lograron imponerse en Marruecos en el siglo VIII, aunque a mediados de la centuria fueron desterrados y los nuevos líderes dominaron el comercio de plata, oro y esclavos.
En el año 786 el descendiente de Mahoma Idris I huyó a Marruecos, fue designado imán o líder religioso por los bereberes, unificó el norte del país y convirtió Fez en la capital. Sus descendientes expandieron el poder de la dinastía isidrí en el norte del país y parte de Europa.
Mientras en el sur, un profeta detractor estableció un Islam ilegítimo y el comportamiento de los militares en la zona, provocó una insatisfacción que desembocó en el surgimiento de los sanhajas, una tribu bereber de tenaces guerreros del Sáhara que instauró la dinastía de los almorávides con capital en Marrakech, la cual fue arrasada por los bereberes almohades en 1147, acabando con el poder de los sucesores del emir Ben Alí Ben Yúsef.
La derrota almohade llegó en 1269 a manos de los bereberes zanatas que establecieron la dinastía benimerín, durante la cual se construyeron madrazas en las ciudades importantes y cuyo imperio quedó devastado por la peste y por los continuos asesinatos de los dirigentes a manos de sus consejeros. A partir de 1420 los visires Wattasíes empezaron a ejercer el control y en 1465 el último sultán merinida Abd al Haqq murió asesinado. A pesar de todo, no fueron capaces de consolidar su poder, siendo los portugueses los que ganaron el dominio sobre los principales puertos del país hacia a principios del siglo XVI, como Ceuta y Tánger la cual entregó a los ingleses más tarde, cumpliendo con su política expansionista. Melilla fue conquistada por los españoles en 1497. Los bereberes saadíes del valle del Draa lucharon contra los lusos reinstaurando el comercio interior y los mercados europeos que abastecían de azúcar, marfil, oro y esclavos. La dinastía saadí gobernó el sur hasta 1554 y la totalidad del territorio hasta la muerte del sultán Áhmad el Abbás en 1659. El carácter indulgente del Reino Alauita permitió que los judíos delimitaran sus propios barrios o mellah en varias de las ciudades.
El sexto sultán saadí, Áhmad I al-Mansur, fue el más famoso de la dinastía. Construyó el gran palacio de Marrakech y participó en alianzas con economías cristianas hasta su fallecimiento en 1603. La guerra civil de 1620 a 1627 propició la caída de los saadíes y la llegada de los alauíes descendientes del ilustre Mahoma. El reinado del segundo gobernante Mulay Ismail se basó en el despotismo y la crueldad, reclutó la llamada Guardia Negra, trasladó la capital a Mequínez y fue aliado de los franceses. La dinastía alauí perduró hasta el siglo XX a pesar de que los gobernantes se entendían con los piratas berberiscos que estaban apoyados por los turcos y participaban en negocios oscuros con las potencias extranjeras.
Francia se alió con los bereberes hacia 1830 y España se hizo con algunas ciudades del norte como Ceuta. En 1880, europeos y americanos instalaron un comercio libre de impuestos en Tánger. Bajo el sultanato, se celebraron la Conferencia de Algeciras en 1906, en la que se acordó entregar la gestión de los bancos, la aduana y la política de Marruecos a Francia y el Tratado de Fez en 1912, en el que bajo la soberanía del sultán, se convirtió al país en un protectorado francés y las ciudades de Ceuta y Melilla y los territorios fronterizos con el Sáhara, en un protectorado español. Al sultán Yusuf, que fue apoyado por los galos, le sucedió Mohamed V, el cual había recibido educación francesa. Los bereberes del Rift se rebelaron en pro de la independencia contra los españoles y franceses y después de cinco años, lograron aplacarlos con el exilio de su líder rifeño Abd- el Krim y el nombramiento del pachá de Marrakech, el guerrero bereber Thami el Galaui, que logró exiliar a Madagascar a Mohamed V.
En 1944 el partido independentista exige el fin del mandato francés con el apoyo de EE.UU y el Reino Unido. Francia permitió que el rey regresara a su país en 1955 y se logra la independencia en 1956, recuperando algunas ciudades y territorios coloniales como Tánger. Hassan II sucede a Mohamed V en 1961 y se enfrenta a la precaria situación económica del país reivindicando su derecho sobre el Sáhara español en 1975 con la pacífica Marcha Verde para beneficiarse de sus reservas de fosfato.
La insatisfacción de la sociedad marroquí por la diferencia existente entre ricos y pobres y las cargas fiscales, unido a la mitad intranquilidad política, provocó grandes protestas en Casablanca en 1981, a las que el Gobierno respondió con una violenta represión que provocó muertos y encarcelamientos. Pero las presiones populares activistas lograron que el rey fundara la Comisión de Equidad y Reconciliación con el objetivo de investigar los abusos a los derechos humanos sucedidos durante su reinado. Su sucesor desde 1999 y hasta la actualidad, Mohamed VI, garantizó la reparación del daño provocado a las víctimas de los llamados “Años de plomo” mediante indemnizaciones. El monarca ha realizado grandes cambios democráticos, pero los atentados de Casablanca de 2003 tuvieron como consecuencia un paso atrás en las libertades civiles.
La imperturbable huella de un pasado de emperadores, guerreros, visires, sultanes y colonos, ha creado un tejido social que sorprende la mirada del viajero occidental. Aunque frente a su historia se presenta un país moderno, abierto al mundo y a la ciencia que sorprenderá a cualquiera que visite Marruecos.
Marruecos tiene una luz fascinante que intensifica los colores y otorga nitidez, calidez y armonía a los paisajes, que se tiñen de un azul vibrante en el cielo y el mar, de un verde exuberante en la vegetación o de un ocre brillante en el desierto. Y de los tonos puros y excitantes de la naturaleza, nacen infinitas combinaciones con las que se visten los pueblos y las ciudades.
Pero no solamente emana luz y color, también derrocha vida, mostrándose en todo su esplendor entre el bullicio de sus calles y plazas agitadas y nocturnas. Y frente al ruido, el silencio ensordecedor del desierto, un tesoro del país, donde se pueden vivir las más fascinantes aventuras que un ser humano puede experimentar.
Al protagonismo de la luz, los colores y la vida, hay que sumarle las emociones, que se embriagan con la magia de los pequeños momentos, con la esencia de las tradiciones y con el corazón de la gente.
Viajar a Marruecos significa perderse en medinas laberínticas; contar millones de estrellas en las frías noches del desierto; adentrarse en los áridos paisajes de cordilleras y montañas; oler a té de menta y especias; bailar la danza del vientre; admirar la majestuosa arquitectura de arcos, estucos, mosaicos y madera tallada de sus imponentes monumentos; pasear en dromedario; vivir el cuento de las mil y una noches; explorar cascadas, gargantas y ríos; sucumbir al ambiente especial y encantador de los riads; divisar turbantes índigo en el Sáhara infinito; bañarse en un hamman; toparse con fértiles vergeles de huertos y palmerales; visitar mezquitas, palacios, jardines y madrazas; contemplar el cautivador atardecer sobre las dunas; asomarse al Mediterráneo o al Atlántico en los inmaculados pueblos pesqueros, deambular al ritmo frenético del zoco, atravesar las murallas y bastiones de las ciudades de arena; revivir relatos bereberes y escuchar la llamada a la oración.
Un viaje a Marruecos es un viaje distinto. Si bien su peculiar cultura es atractiva para cualquier habitante del planeta, los europeos tienen la suerte de encontrar un país cercano geográficamente, pero alejado de sus costumbres en el que descubrir un mundo diferente.
Marruecos es sensualidad y embrujo, es ostentación y exotismo, es el Reino de las sensaciones, es la perla del norte de África, es la joya del mundo árabe. Marruecos no es un espejismo, es una fantástica ilusión real.
Requisitos de entrada
Pasaporte con validez mínima de seis meses.
Visado
No se requiere visado si la estancia es menor a 90 días.
Moneda
Dirham.
Idioma
Árabe.
Web oficina de turismo
Electricidad
220 V. No requiere adaptador.
Otra información útil
Debe regatear cuando salga de compras.
Rambla de Catalunya, 2-4, 5ª planta, 08007 Barcelona, España | US: 80 Southwest 8th Street Brickell Bayview, Miami, FL 33130, United States