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Qué ver en Suiza Bad Ragaz

Qué ver en Suiza

Bad Ragaz

Atracciones turísticas en Bad Ragaz

Encaramada en el río Rin, Bad Ragaz es una de las ciudades balneario más famosas de Suiza. Sus aguas termales han atraído a aquellos que buscan un respiro para el relax y el bienestar desde el siglo XVIII, aunque los peregrinos descubrieron este tesoro natural escondido en el siglo XIII, cuando solían viajar a la cercana Abbey Pfafers para bañarse en las aguas curativas. Un viaje a Bad Ragaz es una excelente opción para aquellos que anhelan una escapada desestresante.

Ubicada a la sombra del pico nevado de la montaña Pizol, la ciudad ofrece algo más que balnearios terapéuticos como las pistas de esquí que alcanzan entre 1600 y 2220 metros sobre el nivel del mar y ofrecen más de 40 kilómetros de pistas e innumerables deportes de invierno, incluida una pista de trineo de 7 kilómetros. En época estival, el senderismo y el ciclismo por el valle del Rin o las montañas Pizol destacan entre lo más popular, con el objetivo de disfrutar de los lagos cristalinos de montaña y demás paisajes naturales espectaculares. Bad Magaz también cuenta con dos campos de golf.

Viajar a esta ciudad balneario es sencillo, ya que se puede llegar fácilmente desde Chur, la capital de los Grisones, cerca de la frontera con Liechtenstein. Su curiosa arquitectura color caramelo y su ambiente tranquilo, hace que esta elegante urbe bien merezca una visita durante un recorrido por Suiza.

Qué hacer en Bad Magaz:

El Tamina Thermal Spa es sin duda la atracción estrella en Bad Ragaz. Abierto todo el año, sus aguas ricas en calcio y magnesio provienen de las profundidades de las montañas y llegan al spa a una temperatura cálida de 36,5 grados centígrados. Es un auténtico disfrute bañarse en estas aguas curativas en un entorno tan elegante. Con dos piscinas cubiertas y una al aire libre, grutas y una cascada, este maravilloso spa es el lugar perfecto para encontrar nuestra propia porción de felicidad.

En el mítico desfiladero de Tamina está la fuente de las famosas aguas termales de la ciudad. A través de una caminata de una hora o un corto viaje en autobús se llega a la entrada. Es en este lugar donde los monjes descubrieron por primera vez las aguas curativas en el siglo XIII. Hay que pasar por un túnel de 450 metros para llegar al interior de la garganta, donde se encuentran una serie de grutas alimentadas por manantiales en las que el agua tibia brota constantemente de las rocas. También vale la pena visitar la cercana Abadía de Pfafers o el Museo de Baños, y en las noches de verano, el desfiladero alberga un fantástico espectáculo de luces.

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