El triunfo de la naturaleza: las cataratas Victoria

Cataratas Zimbabwe - Sudáfrica

Las Cataratas Victoria deben su popularidad al mítico explorador escocés David Livingstone, quien las rebautizó para homenajear a su monarca británica. Y es que, paradójicamente, esta denominación les viene como anillo al dedo y basta con dirigir una simple mirada hacia ellas, para darte cuenta de que hacen honor a su nombre y de que no hay una palabra más adecuada que victoria, para designar semejante maravilla de la madre tierra que se exhibe pletórica, que se muestra fuerte y vencedora como el trofeo del campeón.

Las cascadas más hermosas del continente africano representan precisamente eso, la victoria, el triunfo de la naturaleza frente a la civilización. Es un paraje irrepetible donde el agua se erige con tal elegancia, que se convierte en una poderosa heroína, haciendo que cualquiera se sienta un contrincante insignificante y minúsculo ante un espectáculo tan absolutamente fastuoso. Son un éxito rotundo de la geografía mundial que no admite rival a su alrededor, reduciendo al hombre a un humilde espectador apabullado con tanta belleza.

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Los famosos saltos no sólo desvelan su contundente superioridad presumiendo de un físico brutal, sino que también nos seducen a través de una voz grave y profunda que reivindica su presencia y que entona con ímpetu incesante un particular himno del ganador mientras abraza el abismo, un abrumador estruendo que es posible escuchar incluso a 40 km de distancia. Y para quién crea que sólo se trata de una imagen poética, no hay mejor forma de comprobar su realidad ensoñadora que acercarse a los miradores y dejarse tocar por la humedad, sintiendo el agradable frescor de sus gotas de rocío en las mejillas.

El río Zambeze nace en las montañas de Zambia y desemboca en Mozambique en las aguas del Índico. Forma las Cataratas Victoria en la frontera de Zambia y Zimbabwe, desplomándose de golpe y creando un gran velo de agua de 1708 metros de ancho, 108 metros de altura, 92 metros de profundidad y 550 millones de litros de caudal por minuto, produciendo una enorme nube de vapor que asciende hasta 400 metros desde la base y que los antiguos pobladores “Makololo” llamaron “el humo que truena”, la cual vuelve a caer en forma de lluvia perenne, creando un micro clima que propicia el nacimiento de una rica vegetación subtropical de helechos, palmeras, caobas y enredaderas que tiñen los alrededores de un verde radiante.

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La mejor forma de observarlas es sobrevolándolas. De esta manera es posible diferenciar exactamente cada una de sus siete gargantas. Así, en el lado más occidental se encuentra la Garganta del Diablo, después la Isla de la Catarata y las Cataratas principales, que son la mayor cortina de agua ininterrumpida del mundo. A éstas le sigue la Isla de Livigstone, desde la que el expedicionario hizo el descubrimiento cuando los nativos le llevaron ante ella en 1855. A continuación están las Cataratas de la Herradura y las del Arco Iris, donde parece surgir una eterna curva de colores que se desplaza de este a oeste. Y por último se encuentran las Cataratas orientales. Entre septiembre y diciembre, cuando las aguas están en su nivel más bajo, los bañistas más intrépidos acceden a la Piscina del Diablo para nadar y asomarse al vertiginoso infinito; sin duda una vivencia de lo más excitante por el correspondiente subidón de adrenalina que supone estar al borde del vacío.

El puente del ferrocarril es una consecuencia de haber contado al resto del mundo el secreto de una de las zonas más desconocidas del planeta. Con sus arcos de acero, confiere al paisaje el recuerdo constante de la estética romántica de la era victoriana. Inaugurado en 1905 para unir la localidad de Livigstone en Zambia y Victoria en Zinbabwe, es un reclamo turístico para los que practican bungee jumping y se lanzan desde sus 111 metros de altura. Es indudable que las “Vic Falls”están hechas para la acción, ya que son muchas las propuestas deportivas en la zona, como rutas en quad, pesca, rafting, piragüismo, viajes en barco, tren y helicóptero o paseos por la senda que las recorre.

Por supuesto no hay que olvidarse de los safaris. La selva que las rodea permite vivir la experiencia única de contemplar animales salvajes en su hábitat natural, donde los elefantes son los pobladores protagonistas junto a hipopótamos y cocodrilos entre muchos otros.

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Algún día estos gigantescos chorros de agua dejarán su campo de batalla para volver a proclamarse victoriosos en la conquista de otro lugar. Hace miles de años, discurrían por los acantilados cercanos, de modo que los actuales desaparecerán de su reciente emplazamiento, el cual se convertirá en otro seco desfiladero basáltico, formándose unas nuevas cascadas río arriba.
El poder de poseer uno de los paisajes más impresionantes que existen, les dota de un espíritu competitivo que les ha llevado a coronarse con el título de ser una de las siete maravillas naturales del mundo, convirtiéndose así en un auténtico mito para los viajeros.

Lo cierto es que el doctor Livigstone las describió como una visión que “hasta el vuelo de los ángeles obliga a detener” y es que, un paraje como éste, sólo puede ser fruto de la magnificencia del universo, de la victoria de un dios y de la gloria de su creación.

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Te llevamos a conocer las cataratas Victoria de primera mano, para que te quedes anonadado del esplendor de la naturaleza en estado puro.

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