Todo lo que debes saber si quieres viajar a Islandia en invierno

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Islandia es uno de esos lugares que roza los polos opuestos. Combina el hielo con los campos de lava, la lluvia con los cielos azules y los largos días de verano con la casi permanente oscuridad en las estaciones más frías. Si tienes pensado viajar a Islandia en invierno, te contamos las peculiaridades de esta época.

Por qué viajar a Islandia en invierno

Hay lugares que cuentan con una fama que no merecen, y es que, aunque se tiende a relacionar Islandia con climas extremadamente fríos, lo cierto es que sus temperaturas son muy suaves en comparación con otros países de Europa.

Gracias a la Corriente del Golfo, disfrutan de un clima oceánico. Esto es, con temperaturas en Reykjavík y la zona sur que varían entre los -5º y los 5º, y entre los -20º y -5º para las zonas del interior.

Sin embargo, si tenemos pensado visitar Islandia en invierno, sí debemos prestar atención a sus vientos. Sopla con bastante frecuencia y se trata de ráfagas heladas que solo sus habitantes locales están acostumbrados a tolerar.

Pero dejando a un lado los detalles sobre su climatología, viajar a Islandia en invierno es todo un espectáculo que merece la pena contemplar. Las auroras boreales de sus cielos son famosas en todo el mundo, así como sus cuevas de hielo y sus piscinas termales. ¿Te las vas a perder?

Un clima inestable como pocos

Durante las estaciones frías, en este país se produce de manera continua un choque entre las masas de aire frío y seco procedentes de Islandia, con las de aire caliente y húmedo de las corrientes tropicales. La consecuencia es una inestabilidad casi permanente en el clima.

Puesto que es algo habitual en el país, no supone un obstáculo para el desarrollo de la vida normal. Sin embargo, como turistas, si tenemos pensado viajar a Islandia en invierno, es un detalle a tener en cuenta. Las temperaturas pueden subir y bajar con brusquedad, y durante un mismo día podemos presenciar tormentas de nieve, lluvias y cielos despejados.

En lo que respecta a la nieve, esta es menos habitual durante el invierno que en los países nórdicos. Pero debido a las variaciones constantes en el clima, algunas zonas pueden encontrarse cerradas por la nieve, mientras que en otras ni siquiera habrá.

Los días más cortos del año

Uno de los aspectos que más pueden afectarnos si planeamos viajar a Islandia en invierno es la duración de los días. Tanto en la parte sur del país como en la norte, no se superan las cinco horas de luz a lo largo de todo el día. Y desde mitad de noviembre hasta el final de enero, suelen ser únicamente cuatro horas. Un detalle importante si vamos a viajar a Islandia en diciembre.

Pero como dice el dicho, “no hay mal que por bien no venga”. Cuando el cielo está despejado, tenemos la oportunidad de contemplar las auroras boreales. Un espectáculo de luz que se ha convertido en la estampa que representa a Islandia en invierno.

Durante estas pocas horas, es cuando habrá que aprovechar para visitar el Círculo Dorado, las penínsulas de Reyjanes y Snaeffelsness, Vik ì Myrdall y el resto de joyas que el país nos ofrece. Y todas ellas con un aspecto diferente gracias a la peculiar luz del final del año.

Luz oblicua para los amantes de la fotografía

Islandia es un país con un cierto carácter misterioso, y su peculiar luz es una de las responsables. Dado que el sol se mantiene en una posición más bien baja, las pocas horas de luz que hay al día tienen un brillo especial. Gracias a esta suavidad tan característica de la zona, los amaneceres y los atardeceres son un regalo que compensa absolutamente con la oscuridad del resto del día.

Y qué hay para conocer en Islandia

Disponer de un coche o una autocaravana es la mejor forma de viajar a Islandia en invierno. Eso sí, si nos paramos a sacar fotos, debemos recordar cerrar las puertas. De lo contrario, corremos el riesgo de que se partan; algo que hasta las aseguradoras les recuerdan a sus clientes.

Además de las auroras boreales, Islandia cuenta con volcanes, campos de lava, diversas cascadas y piscinas termales. La Laguna Azul es el balneario geotermal más popular de todo el país, y se encuentra al sur de este. No solo es visitado por el turismo, sino que los propios islandeses tienen por costumbre darse un baño en este lugar, así como en las demás piscinas públicas. El vapor que desprende el agua se debe a las formaciones de lava.

Viajar a Islandia en invierno es toda una experiencia que debemos vivir. Los baños termales y las auroras boreales bastarán para hacernos olvidar el viento helado y las tormentas de nieve.

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