¿Qué es el slow travel y qué particularidad tiene?

qué es el slow travel

Vivimos en un mundo agitado, donde todo va pasando a gran velocidad. El rápido y fácil acceso a todo tipo de información hace que nos distraigamos fácilmente y nos alejemos de cosas realmente importantes que están sucediendo a nuestro alrededor. Situación que también sucede cuando viajamos. Entonces, ¿qué es el slow travel?

La nueva tendencia conocida como slow travel o la filosofía de viajar sin prisas. Nos enseñan a desconectar, bajar el ritmo y disfrutar al máximo de las vacaciones y de la gente que conocemos cuando viajamos.

Qué es el slow travel – Viajar disfrutando y sin prisas 

Esta nueva alternativa llega para debatir con el turismo masivo. Es decir, los paquetes de vuelo y hotel con pulserita en el que la máxima es pagar precios irrisorios por una barra libre de mala calidad, rodeados de otros turistas que poco tienen de interés en aprender de la cultura local, disfrutar de su gastronomía o maravillarse con sus paisajes o lugares de interés; así como la visita fugaz a destinos que hay que marcar en una lista de ciudades visitadas. Y, ¿qué es el slow travel?

La cultura de viajar sin prisas se centra más en la calidad de los viajes. Llega para cambiar el método de llenar listas de ciudades y de lugares. Para defender la nueva forma que es el slow travel, un nuevo mecanismo que nos invita a compartir más con las personas del lugar con calma y en sintonía con el ambiente.

¿Que propone el slow travel?

Europa como cuna, la tendencia del «slow travel» defiende la idea de que viajar y conocer un país significa desgranar con calma sus regiones, su cultura y su idioma. Así como comprender sus tradiciones, su forma de vida, su gastronomía y sus productos.

Esta nueva forma de viajar llega para convertirse en un pilar fundamental en la defensa del turismo sostenible. Un argumento utilizado por referentes en la lucha por el compromiso medioambiental. El respeto al medioambiente y la creciente concienciación se unen al compromiso con la sostenibilidad. Nos lleva a la defensa de la diversidad en las costumbres, la gastronomía, el folklore, la lengua. Desde conocer el misterio de los maoríes hasta lo que queda de las culturas precolombinas en América. Todo de la mano de los locales.

¿De dónde viene esta nueva forma de viajar?

Este movimiento se inició a finales de los años 80 como contestatario del ritmo de vida acelerado que vivimos en las ciudades. Como un movimiento en contra de la comida estandarizada de rápido consumo que iba en contra de los valores de la gastronomía local. 

Con él, nació el slow food, una asociación que aboga por la tradición local, los buenos alimentos y el conocer un lugar a través del paladar. Poco a poco el movimiento se fue expandiendo y no sólo se utilizó para contraponerse a la tiranía de las hamburguesas y la comida rápida. Se convirtió en una forma de vivir y no lejos de también poder ser una propuesta alternativa de viajar. 

Este impulso gastronómico no tardó en expandirse como una necesidad de bajar ese ritmo tan acelerado de vida a otros ámbitos, también reflejado en el turismo. Una tendencia que venía de tiempo atrás, pues encontramos antecedentes ya en la Revolución Industrial para contestar al vertiginoso devenir de nuestras sociedades modernas.

La manera tranquila y cómoda que es el slow travel

Ahora al llegar de tus vacaciones no debes sentirte con más agotamiento que cuando empezaste. Ahora en las vacaciones de verano, invierno, en los puentes o en tus días libres puedes buscar ciudades, hoteles, casas que ofrecen slow travel y tener unos días de tranquilidad y comodidad. Como podrías hacer en los mejores parques naturales de Canadá donde podrás desconectar.

¿Qué tal contar en tus vacaciones con algunos días para disfrutar de una buena charla, de una comida típica preparada por gente local, con productos de cosecha? Una forma de viajar que también puede ser muy tentadora, y que también requiere de tiempo, por lo cual se plantea que la estancia debe ser mínimo de 3 días.

Y es que, el irse de vacaciones, a veces, parece más una competición por “no perderse nada” que de unos días libres en los que disfrutar de las horas.

Viajar, viviendo y sintiendo 

Uno de los pilares de esta filosofía es cambiar la percepción de los viajes. Tampoco es no hacer nada, simplemente apreciar el momento, valorar las pequeñas cosas que hacen singular ese lugar. Ver la vida pasar, entender el modo de vida de las personas de ese lugar conociendo de dónde vienen. Profundizar en las conversaciones que establecemos con nuestros compañeros de viaje.

El movimiento cobra cada vez más fuerza, impulsado por su propuesta medioambiental, cada vez son más plataformas que organizan esta forma de viaje basada en experiencias de bajo impacto para el medio ambiente y alto valor para las personas interesadas en viajar.

Disfrutar del entorno. Es largos paseos, conocer a las personas que te rodean, valorar el producto propio y artesanal. Mimetizarse con el viaje, la cultura y el paisaje. Permitirnos disfrutar sin sentir que hay una meta a la que debemos llegar. Dejar de coleccionar sellos y recopilar momentos.

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