La Pasión Turca

Mezquita azul en Estambul

Nuestra visita cinéfila de esta semana transpira sensualidad oriental, aromas de incienso, mercadillos de especias y luz. Luz de una ciudad que vive entre dos mundos, dos continentes y dos realidades: la razón y la pasión.

«La pasión turca» es una novela de Antonio Gala, eso principalmente. También fue un éxito cinematográfico en España, pese a quien le pese, a pesar de Vicente Aranda.

Tres claves: la banda sonora (excepcional, obra de José Nieto y ganadora del Goya en 1994), Ana Belén (una mujer que transmite sensualidad desde su voz hasta en su interpretación) y la ciudad: la vieja Bizancio, la antigua Constantinopla, la turca Estambul.

Istanbul Panoramic
El Bósforo es una puerta de luz entre dos mundos, en sus aguas se mezclan dos culturas, aguas rojizas teñidas de sangre «que han vertido en ti 100 pueblos de Algeciras a Estambul para que tiñas de azul sus largas noches de invierno» como dijera Serrat.
Porque Estambul es Mediterráneo: es Grecia, es Roma, es Islam… son 1000 imperios, sin duda la ciudad más estratégica del mundo antiguo.

Bósforo - Estambul

La historia que nos ocupa es la de Desideria, una mujer en principio como tantas: felizmente casada, con sus amigos, su vida monótona…

Creo que no se puede tener un nombre tan exótico y llevar una vida rutinaria. Eso mismo debió pensar Gala y por ello, Desideria descubre la auténtica pasión en su viaje a la antigua Bizancio.

La primera escena de la película nos transporta a una panorámica de Estambul con su incomparable templo Santa Sofía. Para unos templo cristiano, para otros mezquita. Para el arte, un ejemplar único de arquitectura bizantina y una cúpula épica en la historia.

Es uno de esos monumentos que todos debemos ver una vez en la vida, ya no sólo por su historia, sino por descubrir cómo se unió el legado del antiguo imperio romano de occidente con el de oriente. Ni si quiera por la destreza con la que sus arquitectos, Isidoro de Mileto y Antemio de Tralles, llevaron a cabo su construcción en el 532 creando el templo más grande que jamás había existido durante más de 1000 años.

Es un espacio místico como pocos que nos transporta, con su luz cenital y reflejada en sus mosaicos, a un estado espiritual difícil de explicar.

Volviendo a nuestra historia: Desideria viaja a Estambul en uno de esos típicos viajes guiados con su marido y grupo de amigos en lo que parecía ser unas apacibles vacaciones familiares.

Al llegar a la ciudad comienza a sentir mareos, el vértigo de la razón exaltada por la pasión oriental. En ese momento aparece Yamán, el típico guía autóctono que no deja pasar a una turista atractiva…

Y se desata la auténtica sexualidad de la protagonista… entre visita y visita… Hasta que la relación se convierte en una obsesión, que como tal, sólo puede llevar al dolor de Desideria que abandona su vida monótona en su ciudad de provincias, para trasladarse a vivir con Yamán.

No, desde luego no recomendamos las visitas programadas, somos más partidarios de respirar el aire de la ciudad, del Mediterráneo, de las especias y los mercadillos a pie de calle.

Por ello, no debéis dejar de visitar las Cisternas sumergidas (Yerebatan), la Mezquita Azul,  el Gran Bazar (que cierra los domingos por cierto), la Mezquita Sultan Beyazit, realizar un Crucero por el Bósforo desde el puente Galata, el palacio de Dolmavahce, la mezquita de Ortakoy, el barrio de Eminonu, la Mezquita Nueva, el Bazar egipcio o de las especias, la Mezquita Suleymaniye (la más grande de Estambul), Eyup, la Mezquita Eyup, subir con el teleférico al Café Pier Lotti y contemplar las vistas de todo el cuerno de oro, luego bajar a pie por la colina que es todo un cementerio, la Torre Galata y su impresionantes vistas, el majestuoso Palacio Topkapi, el Uskudar para ver el Bósforo a nuestras espaldas y disfrutar de las vistas de la parte Europea y las grandes mezquitas, Kabatas y Palacio Dolmabahce, Taksim…

Blue Mosque

Pero todo esto sin dejaros llevar por la pasión desmedida que desemboque en la locura, es decir, compensad con vuestra razón occidental, la sensual llamada de oriente.

Y dejaros llevar por sus teterías, sus llamadas a la oración, sus cafés… sin perder la cordura.

Porque Desideria acaba descubriendo que la pasión se puede convertir en humillación, y de aquí, a la decepción y al odio sólo hay un paso.

No nos parece una gran película, es más, no la recomendaríamos sino fuera por sus excepcionales localizaciones, por la magia de su banda sonora, por la sensual interpretación de Ana Belén… por ello, sin ser una gran película, sin tener una gran crítica, creemos que merece un visionado. O quizás dos. Bueno, incluso nos puede valer como modelo de irracionalidad oriental llevada a la pasión desmedida.

Pero nada más. No la veáis. No vayáis a Estambul.

Salvo si vuestra vida es demasiado monótona.

¡Hasta la próxima visita amigos viajeros-cinéfilos!

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