
Viajar a Japón en 2024: Consejos y Aventura Familiar
Cuando Gary Armstrong emprendió un esperado viaje a Japón con su padre sólo puso una regla: nada de cubiertos. Descubre cómo, entre risas y montones de primeras veces, esta gran aventura terminó por unirles aún más.
La sensación puede ser bastante abrumadora cuando bajas del Narita Express y pisas el centro Tokio por primera vez. Brillantes neones, muchísima gente, el sonido continuo de la megafonía: cada estación de metro en Tokio tiene su propio mensaje de bienvenida y avisos que seguirán sonando en tu cabeza hasta mucho tiempo después de que hayas dejado la Tierra del Sol Naciente.
Incluso para mi padre, que a sus 74 años tiene bastantes sellos en su pasaporte, fue mucho para asimilar. Este ha sido su primer viaje a Japón.
En 2024 Japón recibió una cantidad récord de visitantes extranjeros. Pero, ¿por qué ahora?
Aquí van las respuestas prácticas: la debilidad del yen japonés significa que te dan muchos más mochis por el mismo dinero que hace una década. El país también está mejor conectado que nunca. Numerosos vuelos internacionales aterrizan cada hora en los aeropuertos de Tokio Narita, Haneda y Osaka Kansai. Incluso, hay vuelos desde el oeste hasta el Lejano Oriente: por ejemplo, puedes volar directamente desde Londres a la capital japonesa. Y cada vez más viajeros no necesitan sacar un visado. Confirmando su famosa hospitalidad, Japón nos da la bienvenida con los brazos abiertos.
Pero, aparte de los aburridos datos prácticos, seguro que hay razones más personales para que Japón nos haga mover el ratón hasta el botón de “reservar ahora”.

A pesar de ser un hombre poco cultural, mi padre buscó templos, pagodas y santuarios, y posó frente al famoso torii flotante de la isla Miyajima’
Este país se ha puesto de moda en los últimos años. Netflix recomienda más de un anime japonés para “ver después” y el feed de TikTok nos muestra montones de influencers sorbiendo ramen picante.
¿Puede que tú también seas un foodie aficionado al yakitori? Recuerda que Tokio tiene más estrellas Michelin que cualquier otra ciudad y la mayoría de los países. ¿Te apasiona la historia? Puedes montar en el futurista tren bala, retroceder en el tiempo y comprobar cómo Hiroshima ha transformado su trágico pasado en inspiración. O dar envidia a tus seguidores en redes sociales con tus fotos de templos, pagodas y santuarios en Kioto.
¿Necesitas escapar a la naturaleza? Camina por el legendario sendero Nakasendo y deja las grandes urbes para contemplar monos de nieve, o escala el Monte Fuji, el símbolo nacional de Japón.
¿Por qué decidí volver a Japón en 2024?
No puedo ser imparcial: para mi es el mejor lugar del planeta. Pero, sobre todo, quería viajar con mi padre y ver este loco país a través de sus ojos. ¿Le cautivaría? ¿Confundiría? ¿Sería demasiado? ¿O quizá le defraudaría? En visitas anteriores yo me había enamorado de Japón. ¿Le pasaría a él igual?
La cosa no empezó bien. Guardó en la maleta un suministro para quince días de cuchillos y tenedores desechables, en aparente protesta contra los “poco prácticos” palillos. Tras una primera noche picoteando tonkatsu de cerdo, la noche siguiente terminamos en McDonald’s. Lo llevé a un restaurante de sushi giratorio y pidió pollo frito con patatas.
Más allá de las complicaciones culinarias, la ducha del hotel nos llegaba al cuello y el elegante inodoro japonés tenía música, pero ninguno de sus más de veinte botones parecían servir para tirar de la cadena.
En Japón puedes entregarte al desconcierto o abrazarlo. Cuando se le pasó el jet lag, mi padre hizo lo segundo. Las peculiaridades que a veces nos frustran son, precisamente, sus principales encantos. ¿Quién se comería un sándwich de fresas con nata? ¿Por qué las zapatillas están en el refrigerador? ¿QUÉ hay en esa máquina expendedora? Aquí todo funciona de otra manera, por eso no hay ningún lugar que se le parezca.
Viajamos de ciudad en ciudad a bordo del tren bala, mareados al ver pasar el Japón rural a toda velocidad por la ventanilla. Probamos muchos de los maravillosos bares de whisky, llenos de lo mejor de Escocia y montones de delicias locales, a menudo servidas por un anciano propietario vestido de esmoquin. Subimos a las torres más altas de Tokio para admirar las luces de la ciudad más grande del mundo. Y pese a reconocer no ser aficionado a estas cosas, mi padre fue tras santuarios, pagodas y templos, y posó para una foto frente al famoso torii flotante de la Isla Miyajima, una visita obligada para cualquier turista.
Tras responder a la pregunta de los locales de “¿Qué os trae por Japón?”, mi padre hizo amigos, y le dieron tarjetas de visita que, pese a lo antiguo que suena, en esta parte del mundo son aún una gran muestra de cariño.
Y en un giro inesperado de guión, esos menús que al principio le parecían intimidantes (y mal traducidos) comenzaron a despertarle el apetito. Una noche le rogué que probara un plato de ramen. La noche siguiente, él me pidió volver a por más. Incluso, logró dominar los palillos. La próxima vez que salgamos a comer en nuestro país, iremos a un restaurante japonés y no pediremos cuchillo ni tenedor.
¿Por qué deberías ir a Japón ahora? Bueno, sabemos que este único y lejano lugar encabeza desde hace tiempo tu lista de deseos. Mi padre ya está planeando un viaje para volver a visitarlo.
¿Quieres contar tu propia historia de viaje? ¡Reserva ya tu Ofertaza Black Friday!