Sapa, las grandes montañas de Vietnam
A unas 6 horas de Hanói se encuentra una de las maravillas naturales más preciadas de Vietnam: Sapa. Un terreno montañoso – aquí se hallan algunos de los picos más altos del país – cuya principal particularidad es que sus laderas están cubiertas de terrazas de arroz en las que trabajan las diferentes etnias que habitan la zona. Desde hace unos años, al trabajo en el campo hay que sumarle el del sector turístico, pues muchas familias abren sus casas para que los viajeros puedan vivir una experiencia auténtica y llevarse un sobresueldo.
El pequeño pueblo de montaña de Sapa, a donde llegan diariamente los autobuses que parten de la capital de Vietnam, es un lugar tranquilo donde se concentra la mayor parte de la oferta hotelera, gastronómica y tiendas de la zona. No es muy grande, pero cuenta con el tamaño suficiente para que al viajero no le falte de nada antes de adentrarse en los valles. De hecho, te recomendamos que sea aquí donde te equipes con todo lo necesario para hacer las diferentes rutas de senderismo, pues en la zona de los arrozales lo único que uno puede encontrarse son tiendas de alimentación bastante humildes.
Debido a que los trekkings son la actividad estrella de la zona, si uno decide alojarse en el pueblo desde él hay excursiones cada día que permiten visitar las montañas y recorrer los arrozales para ver cómo trabajan en ellos las diferentes etnias de Sapa. Aunque las rutas son bastante sencillas y no hay pérdida, os recomendamos que se contraten los servicios de un guía, pues la mayoría son habitantes locales y durante el camino podrán contaros historias fascinantes sobre su organización, cultura, forma de vida, gastronomía y creencias. Muchas de estas etnias son animistas y existen algunos pueblos en donde cuentan con chamanes. Si tienes la oportunidad de acceder a alguno de ellos no dejes pasar la oportunidad de ver en directo sus rituales. El espectáculo está asegurado.
La otra opción es dormir directamente en alguno de los pueblos que salpican las montañas como el de Ta Van, uno de los más conocidos. En ellos se pueden encontrar albergues o decantarse por estar en casa de una familia. Si te decides por esta última opción os recomendamos que os acerquéis y preguntéis a las mujeres ataviadas con el traje típico de las montañas. Todas visten según dictan los cánones de su etnia, por lo que podrás diferenciarlas por su peinado, colores y forma de vestir. Algunas de ellas madrugan para ir a buscar a los turistas que llegan a la estación de autobuses a primera hora de la mañana. Dependiendo del tamaño de sus casas, algunas acogen de tres a doce huéspedes que comparten habitación y horas de las comidas.
Hay que tener en cuenta que las tribus de sapa viven de forma muy humilde. Las casas son de madera y, dependiendo de sus ingresos, en ocasiones solo disponen de una estancia donde se ubican todas las camas de los habitantes de ese hogar. La cocina está compuesta por varios trozos de carbón en el suelo que se enciende durante las comidas y en su salón apenas hay varias sillas de plástico donde en sus ratos libres se sientan a conversar. Es un ambiente rural, por lo que a su entrada está custodiada por gallinas, cerdos, gatos, perros y hasta búfalos de agua.
Las tierras de Sapa son trabajadas en comunidades, por lo que las parcelas se van arando una a una hasta terminar con las plantaciones de todos los vecinos. Una vez culminada la jornada laboral, la principal curiosidad es que todos los trabajadores se reúnen en la casa más próxima a la zona de trabajo para cenar y disfrutar de varias rondas del licor de arroz elaborado por ellos mismos.
A pesar de la crudeza del trabajo, las mujeres son las que más trabajan en los arrozales, algunas de ellas incluso portando encima a sus bebés. La historia y el desarrollo de estas campesinas es tan interesante que en el museo de la Mujer en Hanói se explica su rol dentro de la etnia a la que pertenecen. Algunas de las más conocidas son: Giay, Hmong, Dao Do, Miao y Tay, entre otras. La mayor parte aseguran no sentirse muy vietnamitas, ya que son una mezcla entre los antiguos inmigrantes chinos, birmanos y laosianos.
Las terrazas de arroz de Sapa se pueden visitar en cualquier época del año, aunque uno de los mejores momentos para contemplar el verdor de la zona es en los meses de verano, ya que al ser época de lluvias las cosechas han podido conservar su verdor y en breve comienza su recolecta.
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